martes, 20 de noviembre de 2007

Voces y miradas

Se escuchan voces a lo lejos. Voces de niña, voces de hombres y voces de ancianas. Las palabras son confusas. No puedo comprender. No encuentro el sentido.
Las miradas son persistentes. No veo a nadie, pero sé que me están mirando. Ellos me están mirando. ¿Ellos? ¿Quiénes? No sé. ¿Acaso debería saberlo? Sí, por supuesto. No saber es un pecado, el pecado más terrible de todos.
Las miradas me atrapan. Me encuentro en una cárcel. De aquí no se puede salir. Trato de dormir un poco para escapar. Lentamente mis ojos se cierran, mis pupilas desaparecen. Comienzo a soñar: veo un bosque de pinos y un río de agua cristalina; siento la suave caricia de la brisa en mi cara. La situación placentera no dura demasiado. Nuevamente las miradas me acechan, pero en esta ocasión con mayor intensidad. El sueño se transforma en pesadilla. Miles de seres extraños me persiguen. Cien metros nos separan, cincuenta metros nos separan, ya nada nos separa. Están sobre mí. Me agarran y mis fuerzas se evaporan.
Me despierto. Estoy en la prisión. Jamás volveré a dormir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente microrelato. Me hizo acordar a la descripción detallada de sus sueños que hacía Henri Michaux en "Modos del dormido, modos del que despierta". Te lo recomiendo, si es que no lo has leído. Sigo disfrutando.

tennisjournalist dijo...

Hola Santiago. Muchas gracias por el comentario. No he leido la obra de Michaux que mencionas. Trataré de hacerlo a la brevedad.
Saludos.