jueves, 14 de febrero de 2008

Noche de invierno

"Escucho el silencio", te digo,
pero tú no me respondes.
Me miras con esa sonrisa impávida
a la que me he acostumbrado con los años.
¡Ay si supieras cuanto me duele tu sonrisa
en esta noche de invierno!

"Escucho el silencio", te repito,
mientras mi voz se deshace.
Mi voz de becerro suplicante,
un vaso de Pinot Noir y tu sonrisa.
Siempre tu sonrisa ocupándolo todo,
asfixiándome, quitándome lo que no tengo.

"Escucho el silencio", te digo una vez más.
Ya he perdido la cuenta
de las veces que te lo he dicho.
Tú no me respondes, yo no te miro.
Sumidos en nuestra soberbia
pasamos el tiempo que no pasa más.

Sobre el epílogo de Crimen y castigo

¿Cómo debería haber terminado Crimen y castigo? ¿Es el epílogo una parte esencial de la obra? Estás preguntas han cautivado a los críticos y analistas literarios desde la publicación misma de la novela. Antes de proseguir debemos aclarar que Crimen y castigo está dividida en seis partes que transcurren en una semana y un epílogo que tiene lugar varios meses después.
Es evidente la desconexión existente entre la estructura principal y el epílogo. El abrupto corte temporal marca una disgresión en la novela, disgresión que genera diversas sensaciones en los lectores. Así como el crimen y castigo al que alude el título está representado en la parte principal, el epílogo muestra la expiación, el triunfo del amor como fuerza reparadora. Dostoievsky les dice a los lectores, nos dice, que el amor siempre logra imponerse, aun en aquellas almas aquejadas por terribles tormentos, aun en aquellas almas que están desconectadas del mundo. Raskolnikov, el protagonista, encuentra en Sonia, su fiel compañera, su enamorada, una razón para reconciliarse con el mundo. El amor de Sonia lo redime y le da esperanzas, sin importar que deba pasar siete años más en prisión por los dos asesinatos que cometió.
La idea es muy bella, pero desde un punto de vista estrictamente literario el epílogo se encuentra fuera de lugar. Es una adición que se encuentra separada del resto de la novela por un mar inabarcable. Dostoievsky lo sabe perfectamente, tal como lo demuestra la última frase de la obra:
"Pero aquí empieza una nueva historia, la de la lenta renovación de un hombre, la de su progresiva regeneración, su paso gradual de un mundo a otro y su conocimiento paulatino de una realidad antes ignorada. En todo esto habría material para una nueva narración, pero la que hemos querido ofrecer al lector ha terminado."
Esta frase actúa como un pedido de disculpas al lector por haberse extendido más de lo adecuado. Sin embargo, en la concepción de Dostoievsky el epílogo no puede faltar. Para él sería inadmisible el castigo sin la consecuente regeneración, sin "el paso gradual de un mundo a otro." Por eso es que dice: "En todo esto habría material para una nueva narración, pero la que hemos querido ofrecer al lector ha terminado." Lo que Dostoievsky quiso ofrecer no es sólo la historia de un crimen y un castigo, sino la de un crimen, un castigo y una regeneración. Un hombre que consigue vencer la alienación, la soberbia y el dolor mediante el amor.

Futuro

- Duerme, hijo mío - dijo el padre con cariño-. Mañana será un largo día.
- No es necesario, padre - contestó el hijo-. Mañana ya no habrá mañanas.

viernes, 1 de febrero de 2008

Confianza

Dijo Arquímedes hace ya muchos años:
"Dame un punto de apoyo y moveré el mundo."