No es habitual asociar el nombre de Jorge Luis Borges al humor. Sin embargo, si nos adentramos en sus obras descubriremos que muchas de ellas están salpicadas por una fina ironía. De hecho, el humor es un elemento esencial de las obras borgeanas.
Para ilustrar esta cuestión, citaremos un fragmento del cuento "Pierre Menard, autor del Quijote", incluido en Ficciones, libro publicado en 1944.
Es una revelación cotejar el Don Quijote de Menard con el de Cervantes. Éste, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, noveno capítulo):
(...) la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el "ingenio lego" Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe:
(...) la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió. Las claúsulas finales -ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir- son descaradamente pragmáticas.
También es vívido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard -extranjero al fin- adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que maneja con desenfado el español corriente de su época.
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1 comentario:
Disiento ligeramente, el reino de la imagicnación es más fronterizo con el humos que casi con cualquier otra cosa.
El humor y su caracter suvbersivo ayuda a imaginarse otros mundos.
Cuando he leido a Borges he encontrado algo de humor, ironía, que de sutil puede escaparse pero que sin duda está.
Animo con el blog, es interesante.
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