martes, 11 de septiembre de 2007

El Castillo

El Castillo es una de las obras más emblemáticas del emblemático escritor checo Franz Kafka. En esta novela, el mundo kafkiano se muestra como una fuerza poderosa y cautivante: K., el enigmático protagonista, lucha con todas sus fuerzas para acceder al omnipresente castillo que gobierna sobre una aldea de campesinos. Pero por mucho que avanza, nunca llega a ningún lado. K. está condenado al fracaso: cada paso que debe realizar encierra otro dentro de sí, así una y otra vez, una y otra vez hasta el infinito.
Se realizaron infinidad de interpretaciones sobre El Castillo y sobre la obra de Kafka en general. Max Brod, su confidente y albacea literario, dijo: "Como El Proceso, El Castillo es un estudio de la inconmensurabilidad de las aspiraciones terrestres y religiosas cuando aparecen vistas desde el ángulo humano."
A continuación, un pequeño fragmento de El Castillo.


K., en cambio, quedó distraído, disgustado, a raíz de esa conversación. Por primera vez desde su llegada sintió verdadero cansancio. En un comienzo, la larga caminata hasta allí parecía no haberlo afectado en absoluto. ¡Cómo había atravesado los días, marchando tranquilamente, paso tras paso! Y ahora, después de todo, aparecían las consecuencias del esfuerzo excesivo, y, por cierto, en mala hora. Sentía una inclinación irresistible a buscar relaciones nuevas, pero cada una de esas relaciones nuevas contribuía a aumentar su cansancio. Si en el estado en que se encontraba, conseguía, mediante un esfuerzo, prolongar su paseo hasta llegar por lo menos a la entrada del castillo, consideraría sobradamente logrado su propósito.
Y así echó a andar otra vez, camino adelante; largo camino fue, sin embargo. Porque esa carretera, esa calle principal de la aldea, no conducía hacia el cerro del castillo: tan sólo acercaba a él; y luego, como si lo hiciese adrede, doblaba, y si bien no se alejaba del castillo, tampoco llegaba a aproximársele. K. no cesó de esperar que finalmente el camino se desviase hacia el castillo, y siguió caminando tan sólo porque esperaba eso; debido evidentemente a su cansancio, no se decidía a abandonar la carretera; además, lo asombraba la longitud de la aldea, que nunca concluía: siempre y siempre esas pequeñas casitas y esos vidrios cubiertos de hielo, y esa nieve y esa ausencia de seres humanos... Por fin logró arrancarse de la calle retentiva; lo acogió una estrecha callejuela: nieve más honda aún; duro trabajo daba levantar los pies que se hundían; se cubrió de sudor; de pronto se detuvo, y ya no pudo avanzar más.

4 comentarios:

Quijote XXI dijo...

Buenos días, tennisjournalist. He llegado a tu blog a través del de Priscila. La verdad es que está siendo una actividad muy interesante, porque la tesis que está haciendo Priscila tiene mucho que ver con un proyecto real que estoy estudiando. Se trata de una editorial. Me parece fascinante ampliar de esta manera la red de contactos y contar con gente que siempre aporta algo interesante.
En cuanto a Kafka, he llegado a la conclusión de que no tengo suficiente madurez para leerlo en profundidad. No logro extrapolar sus hipérboles a la vida real, pero es que esa negatividad que impregna a la obra, pese a que es fascinante, creo que no me ayuda a enfocar con positivismo la lucha diaria. Quizá si todos leyéramos a Kafka, entraríamos en una depresión global que no sería nada buena. No por ello dejo de admirarlo y mostrar mi fascinación por sus escritos: "la metamorfosis" me parece rara, pero "Amerika" es fabulosa.
Un fuerte abrazo

Priscila dijo...

No he leído nunca nada de K, pues creo que no llegaría a entenderlo. Será una de mis asignaturas pendientes en un futuro, pues siempre he tendio curiosidad.

Gracias por pasarte por mi blog, seguiré visitándote.

tennisjournalist dijo...

Quijote: cuando puedas cuentame más de tu proyecto.
Espero que no entremos en una depresión global. Al menos, que no sea por culpa del buen Franz Kafka.
Tienes razón que en sus escritos se respira un aire de desazón, como de algo que no se puede concretar. Aunque no sé si hay negatividad, porque los protagonistas no dejan de intentar, sin importar cuantas veces se golpeen la cabeza contra la pared. Ellos siguen en su búsqueda. Saludos
Priscila: si en algún momento decides leer a Kafka, te aseguro que no te arrepentirás. Es verdad que sus libros no son simples, pero valen la pena.
Me gustó el post que publicaste sobre los famosos superdotados.
Yo también seguiré visitándote.
Saludos.

Jalu dijo...

El Castillo es mi obra favorita de Kafka. UN GENIO. Me encanta tu blog.