domingo, 2 de diciembre de 2007

Sobre la identidad: La broma, Milan Kundera

La broma (1967) es la primera novela de Milan Kundera, el autor de La insoportable levedad del ser. Cuenta como una simple broma cambia la vida de un hombre para siempre, en un modo apenas imaginable.
El siguiente fragmento muestra las dudas que aquejaban a Ludvik, el personaje central, antes de que la broma cambiara su vida.


¿Y quién era yo realmente entonces? Quiero responder a esa pregunta con total sinceridad: era aquel que tiene varias caras.
Y el número de caras aumentaba. Aproximadamente un mes antes de que comenzaran las vacaciones empecé a tener una mayor intimidad con Marketa (ella estaba en primer curso y yo en segundo); trataba de impresionarla de un modo parecido, por su estupidez, al que utilizan los hombres de 20 años en todos los tiempos: me puse una máscara, aparentaba ser mayor (por mi espíritu y por mis experiencias) de lo que era; aparentaba estar alejado de todo, ver el mundo desde lo alto y llevar alrededor de mi piel otra piel más, invisible y a prueba de balas. Supuse (por lo demás acertadamente) que tomarme las cosas en broma sería una expresión comprensible de distanciamiento, y si siempre me gustó bromear, con Marketa bromeaba con especial esfuerzo, artificial y fatigosamente.
¿Pero quién era yo realmente? Me veo obligado a repetirlo: era aquel que tiene varias caras.
Era serio, entusiasta y convencido en las reuniones; provocativo y crítico con los amigos más cercanos; era cínico y artificialmente ingenioso con Marketa; y cuando estaba solo (y pensaba en Marketa) era indeciso y tembloroso como un escolar.
¿Era quizás esta última cara la verdadera?
No. Todas aquellas caras eran verdaderas. No tenía, como los hipócritas, una cara verdadera y unas caras falsas. Tenía varias caras porque era joven y yo mismo no sabía quién era y quién quería ser. (Sin embargo, la desproporción entre todas aquellas caras me asustaba; no había llegado a asumir por completo ninguna de ellas y me movía detrás de ellas con la torpeza de un ciego.)

1 comentario:

Estrella dijo...

La insoportable levedad del ser es uno de los libros que más disfruté en mi vida. Seguí, entonces, leyéndolo a Kundera, pero no encontré otro como ése. La Lentitud también me gustó, pero no como La Insportable. Ahora me diste ganas de leer La Broma! Gracias!