¿Cómo debería haber terminado Crimen y castigo? ¿Es el epílogo una parte esencial de la obra? Estás preguntas han cautivado a los críticos y analistas literarios desde la publicación misma de la novela. Antes de proseguir debemos aclarar que Crimen y castigo está dividida en seis partes que transcurren en una semana y un epílogo que tiene lugar varios meses después.
Es evidente la desconexión existente entre la estructura principal y el epílogo. El abrupto corte temporal marca una disgresión en la novela, disgresión que genera diversas sensaciones en los lectores. Así como el crimen y castigo al que alude el título está representado en la parte principal, el epílogo muestra la expiación, el triunfo del amor como fuerza reparadora. Dostoievsky les dice a los lectores, nos dice, que el amor siempre logra imponerse, aun en aquellas almas aquejadas por terribles tormentos, aun en aquellas almas que están desconectadas del mundo. Raskolnikov, el protagonista, encuentra en Sonia, su fiel compañera, su enamorada, una razón para reconciliarse con el mundo. El amor de Sonia lo redime y le da esperanzas, sin importar que deba pasar siete años más en prisión por los dos asesinatos que cometió.
La idea es muy bella, pero desde un punto de vista estrictamente literario el epílogo se encuentra fuera de lugar. Es una adición que se encuentra separada del resto de la novela por un mar inabarcable. Dostoievsky lo sabe perfectamente, tal como lo demuestra la última frase de la obra:
"Pero aquí empieza una nueva historia, la de la lenta renovación de un hombre, la de su progresiva regeneración, su paso gradual de un mundo a otro y su conocimiento paulatino de una realidad antes ignorada. En todo esto habría material para una nueva narración, pero la que hemos querido ofrecer al lector ha terminado."
Esta frase actúa como un pedido de disculpas al lector por haberse extendido más de lo adecuado. Sin embargo, en la concepción de Dostoievsky el epílogo no puede faltar. Para él sería inadmisible el castigo sin la consecuente regeneración, sin "el paso gradual de un mundo a otro." Por eso es que dice: "En todo esto habría material para una nueva narración, pero la que hemos querido ofrecer al lector ha terminado." Lo que Dostoievsky quiso ofrecer no es sólo la historia de un crimen y un castigo, sino la de un crimen, un castigo y una regeneración. Un hombre que consigue vencer la alienación, la soberbia y el dolor mediante el amor.
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3 comentarios:
Querido Maty, que síntesis perfecta, no solo del epílogo sino también de la totalidad del libro.-
Quizás tu también estuvieras buscando entender el amor.-
Estoy recordando un sábado de Diciembre en el que me preguntaste que era la felicidad y yo te contesté que era muy mezquina. Que era pequeños instantes que uno recuerda siempre: el casamiento de tus papis, tu nacimiento, tu conocimiento del mar,tus cumpleaños,cada año que concluías en la escuela, tu primer regalo, cada día que venías a visitarme y no sé cuantas cosas más te fuí diciendo mientras iban apareciendo como flash cada momento.-
Solo sé que me contestaste aH !!! Eso...
Se ve que mi explicación no fué convicente,. Ojalá me hubiera dado cuenta que necesitabas mucho más y te lo hubiese inventado.-
Un abrazo. Tía M.
Esta es la vez que llego más tarde a la cita a la que me convocó Mati, hace ya once años. Pero tengo un justificativo. El sábado pasado fue el casamiento de Emir, el mejor amigo de Matías desde los 6 hasta los 15 años, en que Emir se cambió de colegio. Lo mismo siguieron siendo amigos y las familias, especialmente la mamá y yo continuamos la amistad. Tal era el cariño que le tenían a Mati que la abuela de Emir tenía una foto de él en su habitación. Su mamá y su tía nos acompañaron en el momento del velatorio. En ese momento yo estaba en estado de shock, no había lágrimas. Sólo quería saber dónde estaba Mati. Su tía que es budista me dijo que su alma en 48 horas subía al cielo. Esa fue la mejor respuesta que pude haber recibido. Después en el cementerio, una señora adventista dijo unas palabras. Le hice la misma pregunta y me contestó que Mati estaba descansando hasta el día del juicio. Pero, yo conociéndolo a Mati sabía que no podía estar quieto descansando, esperando un juicio, porque él siempre fue inquieto y curioso. De ninguna manera podría estar dormido esperando.
No voy a entrar en más detalles pero en once años de la partida de Mati es el segundo casamiento al que voy. El otro fue el de Diego, un amigo de Leandro. Al que fuimos con Leandro, mucho antes de su partida.
Emir me hizo un regalo maravilloso. Disfruté la ceremonia de la boda. Él es musulmán, por lo cual todo era nuevo para mí. Disfruté la fiesta, la orquesta árabe, ver bailar a la gente, ver bailar árabe a su familia y muchos de sus amigos. Me encantaron las palabras que dijo Emir, entre otras cosas habló de solidaridad.
Fue un hermoso regalo que, de alguna manera, me hizo Mati, como una forma más de mostrarme que él sigue estando presente en mi vida hoy.
Un cariño enorme a todos los que visitan el blog de Mati y pueden descubrir de esa manera a una persona especial, aunque mis elogios no cuentan (como me decía él) porque soy
La mamá
Esta es la vez que llego más tarde a la cita a la que me convocó Mati, hace ya once años. Pero tengo un justificativo. El sábado pasado fue el casamiento de Emir, el mejor amigo de Matías desde los 6 hasta los 15 años, en que Emir se cambió de colegio. Lo mismo siguieron siendo amigos y las familias, especialmente la mamá y yo continuamos la amistad. Tal era el cariño que le tenían a Mati que la abuela de Emir tenía una foto de él en su habitación. Su mamá y su tía nos acompañaron en el momento del velatorio. En ese momento yo estaba en estado de shock, no había lágrimas. Sólo quería saber dónde estaba Mati. Su tía que es budista me dijo que su alma en 48 horas subía al cielo. Esa fue la mejor respuesta que pude haber recibido. Después en el cementerio, una señora adventista dijo unas palabras. Le hice la misma pregunta y me contestó que Mati estaba descansando hasta el día del juicio. Pero, yo conociéndolo a Mati sabía que no podía estar quieto descansando, esperando un juicio, porque él siempre fue inquieto y curioso. De ninguna manera podría estar dormido esperando.
No voy a entrar en más detalles pero en once años de la partida de Mati es el segundo casamiento al que voy. El otro fue el de Diego, un amigo de Leandro. Al que fuimos con Leandro, mucho antes de su partida.
Emir me hizo un regalo maravilloso. Disfruté la ceremonia de la boda. Él es musulmán, por lo cual todo era nuevo para mí. Disfruté la fiesta, la orquesta árabe, ver bailar a la gente, ver bailar árabe a su familia y muchos de sus amigos. Me encantaron las palabras que dijo Emir, entre otras cosas habló de solidaridad.
Fue un hermoso regalo que, de alguna manera, me hizo Mati, como una forma más de mostrarme que él sigue estando presente en mi vida hoy.
Un cariño enorme a todos los que visitan el blog de Mati y pueden descubrir de esa manera a una persona especial, aunque mis elogios no cuentan (como me decía él) porque soy
La mamá
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